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DRÁCULA: A Love Tale (2025)

  • Foto del escritor: Estudiocine
    Estudiocine
  • 16 ago
  • 2 Min. de lectura

DRÁCULA: A Love Tale (2025)

Dirección: Luc Besson


A los 66 años, el consagrado director, guionista y productor francés, Luc Besson ha estrenado su versión cinematográfica de la novela gótica de 1897 escrita por Bram Stoker, rodada con las características de una superproducción, de gran presupuesto.

Besson, con una filmografía que abarca más de veinte largometrajes, muchos de ellos verdaderos éxitos de taquilla como “Nikita”, “El Quinto Elemento” o “El Perfecto Asesino”, entre tantos otros títulos premiados internacionalmente, que han quedado en la memoria de todo cinéfilo, ha puesto su mano experimentada sobre el Conde de los Cárpatos, con gran belleza visual y notables actuaciones.

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Tres minutos de envolvente erotismo nos pone en el clima del tono romántico de todo el film, dando cuenta del loco amor, o “amour fou”, entre el conde Vlad (Caleb Landry Jones) y Elisabeta (Zoë Bleu). Así se inicia la acción, en 1480, cuando el conde es arrancado de los brazos de su amada para luchar contra el Imperio Otomano. La violenta furia que Vlad descarga contra la Iglesia, por la muerte de Elisabeta, desata la némesis divina, condenándolo al vampirismo, como un ánima errante.

Cuatrocientos años después, Besson traslada la acción a París, donde Vlad/Drácula encuentra la reencarnación de su amada en Nina, la prometida de Jonathan Harker (Ewens Abid).

Besson se aparta del texto original, tomando licencias poéticas y mucho humor, que están muy lejos del género de terror. Algo similar vimos en la reciente versión de “Nosferatu” de Robert Eggers, estrenada también este año, o en la versión de Coppola de 1992.

Las secuencias en París me recordaron por momentos a “El Perfume” de Tom Tykwer, por la búsqueda de esa esencia única que atrae el deseo incondicional. Con ese perfume, Drácula convierte a María (Matilda De Angelis) en su esclava, quien va a parar a un hospicio, donde un sacerdote muy práctico (Christoph Waltz) la diagnostica de vampirismo.

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Para este proyecto, Luc Besson se ha rodeado de un equipo de excelencia con la dirección de fotografía de Colin Wandersman, el sofisticado vestuario de Corinne Bruand y el score de Danny Elfman. La dirección de arte de Gilles Boillot recrea exuberantes espacios con profusión de detalles, tanto en París, como en el castillo de Transilvania, sumado a los efectos visuales, con unas simpáticas gárgolas custodiando al conde. 

Todo el reparto funciona equilibradamente, pero definitivamente deslumbra la performance de Caleb Landry Jones, que parece haber nacido para este personaje, aplicando sutilmente la humanidad de los mortales. En declaraciones a la prensa especializada, el mismo Besson confesó que escribió el guion pensando en este actor texano de 35 años, que ha trabajado con importantes directores, y fue premiado en Cannes por su protagónico en “Nitram” dirigido por el australiano Justin Kurzel, en otra actuación memorable.

El versátil Christoph Waltz, sagaz, con su habitual sonrisa sardónica, juega con la enloquecida vampiresa, Matilda De Angelis, una hilarante escena en el hospicio, para luego perseguir al conde con su equipo de artefactos antivampiros.

Quizás debamos agradecer al famoso conde, que se niegue a morir en la industria cinematográfica y nos permita disfrutar de películas tan atractivas.

Género: Fantástico/Romance. Duración: 104’. Estreno en cines.



Hebe Girardo

15/8/2025



 
 
 
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